sábado, 30 de abril de 2011

El yacimiento Arqueológico de " Los Millares "

EL YACIMIENTO DE LOS MILLARES



En 1931, fue declarado Monumento Histórico-Artístico, y en 1985, pasó a denominarse Bien de Interés Cultural del Patrimonio Histórico Español. En 1996 alcanzó la categoría de Zona Arqueológica.


El asentamiento fue cuidadosamente seleccionado, pues cuenta con defensas naturales formadas por los escarpes del río Andarax y la rambla de Huéchar, con campos fértiles para el cultivo, extensos bosques de pinos, encinas, abedules, álamos, fresnos, etc. abundante caza para sus pobladores, con especies cinegéticas como ciervos, gamos, jabalíes…, un río con salida al mar, y a muy poca distancia de las minas de cobre de la Sierra de Gádor.



Se descubre en 1.891, a raiz de la construcción del ferrocarril Almería – Linares. El yacimiento se encuentra a unos 17 km de Almería y muy cerca de las localidades de Gádor y de Santa Fé de Mondújar . Desde el poblado se divisa Sierra Nevada, Sierra Alhamilla, la Sierra de los Filabres y la Sierra de Gádor. Desde los últimos meses de 1.891 hasta junio de 1.892, Luis Siret efectuó varias visitas a Los Millares, realizando levantamientos topográficos y croquis, que le permitieron un riguroso análisis acerca del yacimiento. Pedro Flores, capataz de Luis Siret, excavó en unos 70 túmulos funerarios, y sus anotaciones de los trabajos realizados eran enviados a Luis Siret en diversas cartas donde se encontraban los resultados de la investigación.

Durante casi medio siglo, el yacimiento estuvo abandonado, hasta que los alemanes Georg y Vera Leisner utilizaron la información obtenida por Luis Siret acerca de la necrópolis de Los Millares y la publicaron en 1.943.

Al celebrarse en Almería el Primer Congreso Nacional de Arqueología, en 1.949, se puso de manifiesto el estado de abandono y destrucción de Los Millares, expoliado en parte para conseguir la piedra necesaria en la construcción de la carretera Almería – Granada. Ante este deterioro, entre 1.953 y 1.956, los profesores Martín Almagro y Antonio Arribas, de la Universidad de Granada, iniciaron las investigaciones necesarias del poblado, procediéndose a la reexcavación de 21 sepulturas. Y otras 20 fueron parcialmente investigadas.

Durante más de 20 años, no se volvió a excavar en Los Millares. A partir de 1.978, se hace cargo un equipo del Departamento de Prehistoria de la Universidad de Granada, dirigida por Antonio Arribas y Fernando Molina, con el título de “Proyecto Millares”, que se centra en el estudio de la metalurgia y la dinámica social de las comunidades del Sureste de la Península Ibérica durante la edad del cobre, realizándose diversos trabajos de campo en áreas situadas en la cuenca de los ríos Andarax y Nacimiento.

Posteriormente, se han realizado excavaciones en 1.991, con los siguientes resultados:

a) Delimitación del conjunto del yacimiento arqueológico, comprendido por el poblado, la necrópolis y los trece fortines anexos.
b) La secuenciación cronológica interna del poblado, con las estructuras que conforman la trama urbana del poblado y las líneas de murallas.
c) Estudio de los fortines a partir del fortín 1, los fortines 3 y 5 y, por último, fortines 4 y 6 y un pequeño sondeo en el fortín 7.
d) Reconstrucción del paisaje del entorno a Los Millares durante la edad del cobre, demostrándose la existencia de profundos cambios ecológicos en la región a lo largo de los últimos milenios.
e) Finalmente, a partir de 1.993, la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía ha impulsado diversos trabajos de restauración y valorización del yacimiento, a fin de recuperar uno de los conjuntos más importantes del patrimonio histórico andaluz.

Según los últimos datos, obtenidos mediante el carbono 14, se sabe que la fundación de Los Millares tuvo lugar en torno al 3.200 a.C., con la construcción de las murallas IV y II, y probablemente también la muralla III, y esta primera fase de su evolución, duraría hasta el 3000 a. C.

La segunda fase de evolución, tendría lugar a partir del cobre pleno, situado entre el 3.000 a.C. y el 2.600 a.C., llega el momento de apogeo de la cultura de Los Millares, con la ampliación de la llanura del yacimiento y la construcción de los primeros fortines.

La tercera fase de su evolución tendría lugar durante el cobre tardío, entre los años 2.600 a.C. y 2.400 a.C., se producía el máximo desarrollo de las fortificaciones calcolíticas y, al mismo tiempo, se iniciaría una crisis en Los Millares entre los sistemas de relaciones sociales.

La cuarta y última fase de su evolución, sería a partir del cobre final, entre el 2.400 a.C. y el 2.200 a.C., la crisis se agudizaría la crisis, produciéndose una reducción demográfica en el asentamiento, confinándose lentamente la población de Los Millares en la ciudadela, protegida por la muralla I. Al finalizar este periodo, tuvo lugar el abandono definitivo de Los Millares, tras una serie de sucesos catastróficos (posiblemente un gran terremoto, incendios generalizados y un fuerte deterioro de las fortificaciones).


Descripción del Yacimiento


El llano de Los Millares tiene una longitud aproximada de 1,5 km en su eje este-oeste, con una extensión de 19 ha, de las cuales, 13 corresponden a la necrópolis y 6 al poblado. Hacia el sur, la meseta está dominada por varias alineaciones de colinas, en cuyas cotas más prominentes se asientan los 13 fortines que completaban el potente sistema defensivo del territorio. Pasadas las líneas de los fortines, sobre las lomas y terrazas, al pie de la Sierra en Gádor, se extendía una importante agrupación de necrópolis dolménicas.


El Poblado


Posee 3 líneas de murallas concéntricas, que cierran y segmentan el asentamiento. Una cuarta fortificación, a modo de ciudadela, se sitúa en la parte más interna del espolón. La muralla exterior construida hacia el 3.000 a.C., tiene un perímetro de 400 m desde su extremo norte hasta su extremo sur, que corre paralela al barranco de la Rambla de Huéchar, presentando delante un foso poco profundo. El espesor medio es de 1,2 m. Presenta, a intervalos regulares, una serie de bastiones y torres de los que hasta ahora se conocen 17. Son huecos y parece ser que estuvieron ocupados con actividades domésticas y especializadas. Se han documentado 2 puertas que permiten el acceso al recinto más exterior del asentamiento, donde se construyeron diversas cabañas circules de pequeñas dimensiones. A menudo, estas viviendas se encuentran adosadas a la línea de muralla, junto con pequeños recintos definidos por muros rectos que pudieron funcionar como áreas dedicadas a las actividades domésticas o de almacenaje.

En el sector norte, podremos apreciar la alternancia de torres que se abren al recinto interior por una puerta situada en una antecámara empotrada en la muralla, y de bastiones adosados al parámetro externo de ésta, sin acceso reconocido al nivel del suelo. La altura de la fortificación, en este punto, es de 1,2 m de media. El alzado de mampostería de la muralla debía alcanzar un mínimo de unos 2,50 m. y, sobre la mampostería se alzaría un cuerpo de barro, llegándose a los 4,50 m de alzado de la muralla.

La entrada al interior del poblado se protegió mediante un pasillo que se internaba en el recinto. Junto a la muralla, se han localizado varios zócalos de mampostería, pertenecientes a cabañas de planta circular y de reducidas dimensiones.

La muralla II se alza sobre una vaguada, cerrando la meseta central del asentamiento. Estuvo en uso durante todo el periodo de ocupación de Los Millares y estaba dispuesta sobre una pendiente de mayor inclinación, por lo que fue necesario reforzarla con gran número de cuerpos adosados y superpuestos, hasta alcanzar una masa que superaba los 10 m de espesor. Esta muralla, muestra un acceso al recinto muy complicado, ya que se mantuvo una puerta estrecha y un pasillo flanqueado por torres huecas y, además, se ha podido documentar un profundo foso contiguo a la muralla.

La muralla III cierra el área más interna de la meseta central. Esta muralla, estuvo en uso durante un periodo de tiempo relativamente corto y fue desmantelada y cubierta por un grupo de viviendas de pequeño diámetro, cuyos zócalos se conservan solo en algunos tramos, muy afectados por la erosión. La muralla, ofrece unas dimensiones estrechas que fueron reforzadas.

La muralla IV se sitúa en el extremo interno del poblado. Solamente ha sido investigada mediante varios sondeos, cuyos resultados confirman la gran envergadura de ésta, que alcanzaba hasta 6 m de espesor, debido a sus continuos refuerzos.


Las viviendas y los edificios singulares


El interior del asentamiento ofrece un urbanismo organizado, en el que las viviendas de planta circular alcanzan distintas dimensiones en cada área del poblado. Destacan varias estructuras que tuvieron carácter como comunal, como el gran edificio central y los talleres metalúrgicos del tercer recinto, así como la cisterna para la conducción de agua que cruzaba la meseta desde la necrópolis, atravesando la muralla, hasta el interior del poblado.

Las viviendas de Los Millares tiene planta circular, con diámetros que circulan entre los 2,5 m y los 6,5 m. Estaban construidas a partir de una ligera cimentación, con zócalos de mampostería sobre los que se alzaban paredes de barro y cañizo. Las cubiertas, posiblemente cónicas, con hueco central para la salida de humo, eran de ramaje revestido con barro y se apoyaban en pequeños postes de madera, ubicados en la parte interior de la cabaña, fijados por hoyos excavados en el suelo, acompañados de calzos de pequeñas piedras que ayudaban a la sustentación del poste de madera cuya base, excepcionalmente, se ha conservado de base carbonizada. En las diferentes viviendas, se han encontrado bancos, adosados a las paredes, pequeños recintos de lajas hincadas, que sostenían vasijas situadas junto al hogar, para calentar líquidos o comida, y espacios empedrados donde posiblemente se realizaban los trabajos textiles y poyetes para la molienda del cereal, construyéndose con mampostería de pequeñas piedras trabadas con barro.

También han aparecidos algunos silos y pequeñas cisternas, de forma acampanada, que se situaban en la proximidad de las cabañas, perforando la roca natural y que se impermeabilizaba con arcilla; y en ocasiones, presentan la boca tapada con lajas de pizarra.

Entre los edificios dedicados a talleres de metalurgia, que hasta el momento se han localizado entre dos zonas del poblado, uno junto al tramo norte de la muralla exterior, y otro (el mejor conservado), que se sitúa en un alto edificio de planta rectangular y adosado al parámetro interno de la muralla tres. Éste último tiene unas dimensiones de 8 m de longitud por 6 de altura y se construyó con mampostería más sólida que la de la empleada en las cabañas. En su interior, destacan: una fosa de 1,2 m de diámetro (con fragmentos de mineral de cobre), un horno delimitado por un anillo de barro cocido, con una depresión en su parte central para situar las vasijas-hornos, donde se calentaba el mineral, y una pequeña estructura de lajas de pizarra en su esquina nordeste.


La Necrópolis de Los Millares


El ritual funerario se efectuaría de la siguiente forma: al producirse la muerte, el cadáver descansaría al aire libre hasta conseguir su descarnación, después se conduciría a la tumba; en el atrio se celebraba una ceremonia, y en la cámara sepulcral se enterraba junto con un rico ajuar de cuchillos, hachas, punzones, flechas, vasijas de cerámica, figuras, collares, ídolos, pulseras, etc. Y se colocaba también agua y comida, necesaria para la otra vida, según sus creencias. Parece ser que existía un culto a los muertos asociado a la Diosa Madre, la diosa de la fecundidad, creadora y regeneradora de la vida. Las construcciones de las tumbas monumentales en galerías subterráneas artificiales, pueden ser el resultado de una evolución de los tipos de enterramientos paleolíticos, cuando éstos se realizaban en cuevas naturales.


En la Necrópolis, se han descubierto unas 80 sepulturas colectivas de grandes dimensiones y diversas estructuras de carácter ceremonial. Se extiende por la meseta del llano de Los Millares, junto al poblado. Las tumbas, muestran una distribución espacial en pequeños grupos, que posiblemente reflejen las relaciones familiares sociales y simbólicas existentes en la comunidad de Los Millares.

Las primeras investigaciones de la necrópolis fueron dirigidas por Luis Siret. Desde 1.953 a 1.956, los profesores Miguel Almagro y Antonio Arribas reexcavaron 44 tumbas, las más próximas al poblado, demostrando que la variedad de sistemas funerarios era mayor de lo que se creía. En época más reciente, una nueva tumba intacta fue objeto de excavación clandestina por una aficionada de nacionalidad chilena y su ajuar, una vez recuperado, se conserva en el Museo Arqueológico de Almería. En la última fase de investigación del yacimiento, aun no se ha abordado el estudio de la necrópolis, aunque el mal estado de la sepultura ha obligado a diversos trabajos de conservación.

Hay varios tipos de sepultura:
a) Sepulturas de mampostería, con corredor de acceso y cámara circular, cubierta por una falsa cúpula.
b) Sepulturas de mampostería, con corredor de acceso y cámara circular, cubierta con techumbre plana de materia inorgánica.
c) Sepulturas con cámara excavada parcial o totalmente en la roca.
d) Sepulturas megalíticas, con ajuares funerarios similares a los encontrados al pie de la Sierra de Gádor.
e) Sepulturas en cistas que debieron localizarse a cierta distancia del yacimiento y se fechan en el bronce final.

Pese a esta variada tipología, la mayor parte de la sepultura de Los Millares se caracterizan por una cámara circular, de diámetro entre 3 y 6 m, construida con mampostería irregular de piedra caliza procedente de canteras cercanas. La cámara presenta un zócalo revestido interiormente con lajas de pizarra verticales, que en ocasiones se decoraba con pintura roja, y ofrecen a veces diversos niños laterales. La cubierta se realizó formando una falsa cúpula. Un corredor de longitud y tramos variables conducía a la cámara desde el exterior, ofreciendo también nichos en algunas tumbas. En el acceso interior a la entrada de la cámara, se encuentran lajas de pizarra perforadas en el centro y que funcionan como puertas.

Las tumbas de Los Millares son colectivas, con un máximo de 100 individuos inhumados. Las inhumaciones, a medida que los espacios quedaban ocupados, se situaban en los diferentes tramos del corredor. Las inhumaciones se sitúan no sólo en las cámaras y los nichos, sino también en los diferentes tramos del corredor, a medida que las cámaras quedaban totalmente ocupadas. Los nichos se utilizaron para el enterramiento de niños.

En los ajuares funerarios, destacan materiales que reflejan el status de los individuos enterrados, como el marfil, la cáscara de huevo de avestruz, útiles de cobra, vasijas de cerámica con decoración simbólica y puntas de flechas y puñales de sílex. Dentro de las tumbas, han aparecido recipientes de cerámica común muy fragmentados; fundamentalmente, fuentes y cazuelas, que pueden reflejar el consumo de alimentos en banquetes rituales y la fragmentación posterior intencionada de los objetos utilizados.

La presencia de algunos dólmenes en las necrópolis de Los Millares pudo corresponden a la inhumación de determinados individuos de las poblaciones dependientes que vivían junto al asentamiento principal.


Los fortines de Los Millares


De los 13 fortines que completan el sistema defensivo de Los Millares, 6 han sido total o parcialmente excavados. Pueden clasificarse en 3 grupos, de acuerdo con su estructura: torres circulares de planta simple, con una pequeña barbacana que defiende la puerta de entrada (fortines 3 y 6). Recintos de tamaño pequeño o medio, reforzados con bastiones (fortines 4, 5 y 7) y fortificaciones más complejas, de doble recinto, con bastiones y profundos fosos (fortín 1 y posiblemente el 2, aunque éste último no se ha excavado aún). El más importante de todos ellos es el fortín 1. Está emplazado sobre una pequeña elevación que dista 1 km en línea recta de la puerta principal del poblado, que fue descubierto por Luis Siret y excavado de forma sistemática desde 1.981 hasta 1.991, consiguiéndose una documentación de la mitad de su superficie. El fortín está compuesto por dos fosos externos, dos murallas reforzadas por bastiones y pequeñas barbacanas (ambos recintos fueron construidos en diferentes épocas). La estructura defensiva más antigua se corresponde con la fortificación interior. Se trata de un recinto poligonal, flanqueado por cinco bastiones con planta de herradura y dispuestos simétricamente. Todos los bastiones están abiertos al recinto por puertas de las que a veces se conservan los hoyos de los postes que utilizaban.


El paisaje durante la edad del cobre


Los estudios diversos realizados sobre el paisaje del sureste español durante la época del cobre han demostrado que el entorno de Los Millares debía tener una mayor cobertura vegetal que garantizaba la conservación de la humedad y la explotación de determinados recursos agrícolas, aunque el régimen de lluvias no sería mucho más abundante que el actual.

Durante la edad del cobre, el mar se introducía por el estuario del río Andarax hasta llegar a unos 10 km de Los Millares. Las especies vegetales y animales recogidas en el yacimiento permiten suponer que el río mantenía un cauce de agua permanente durante todo el año, facilitando la navegación desde el asentamiento a la costa y a las zonas del interior. Es posible que contara con un pequeño establecimiento portuario, que ha quedado sepultado bajo los depósitos del río. La cobertura vegetal estaba compuesta por bosques de encinas, matorral mediterráneo y pinos. El dominio del conejo sobre la liebre hace indicar que la vegetación era relativamente densa y también estaban presentes otros roedores, como el lirón careto o el ratón de campo. Otros árboles encontrados en la zona serían los alisos, fresnos, álamos, sauces y cañas. También destaca la fuerte proporción de madera de olivo, procedente de árboles, cada vez más desarrollados a lo largo de la ocupación del asentamiento, lo que sugiere la posibilidad de un incipiente cultivo.

También se han localizado en el yacimiento animales como zorros, tejones, linces ibéricos, jabalíes, caballos, ciervos y uros. Entre las aves, podemos destacar alcatraces, palomas torcaces, perdices, águilas reales, anades reales, ánsares caretos, cuervos y urogallos.


Las bases de subsistencia de Los Millares


La ganadería tuvo una gran importancia en Los Millares, no solo por el aprovechamiento de la carne y otros productos secundarios, sino también por el uso de la atracción animal. Las ovejas y cabras representaban el 50 % del consumo, utilizándose de éstas su leche y su lana o pieles, respectivamente. Los bóvidos estaban representados para la utilización de su carne. Los cerdos también estaban domesticados y eran sacrificados generalmente durante el primer y segundo año de vida, y al final del otoño o del invierno, para el aprovechamiento exclusivamente cárnico. A veces, se cazaban ciervos, jabalíes o rebecos.

Los peces de agua salada han sido otro recurso importante en la dieta de la población de Los Millares. Se han localizado pargos, meros y doradas, además de 30 especies de moluscos, entre los que hay caracoles de tierra, de agua dulce y marinos.

La agricultura fue la actividad económica principal, con respecto al consumo de productos agrícolas, los campos de cultivo estaban cerca del poblado, al pie de la Sierra de Gádor, se cultivaban preferentemente la cebada vestida y la cebada desnuda, además del trigo. También se ha detectado la presencia de guisantes y habas. A estos cultivos hay que añadir los de aceitunas, uvas y bellotas. También se sabe que se utilizó el esparto , usado habitualmente para la manufactura de cuerdas, capachos, esterillas y otros objetos presentes en el poblado, y también el lino. Después de la recolección, las labores de molienda se realizaban en las cabañas de los poblados y en algunos fortines, mientras que el excedente de la producción, quedaría almacenado en silos.


Las actividades artesanales


En cuanto a la metalurgia, se sabe que fue de las primeras de la Península Ibérica en introducir la fabricación de piezas de metal de cobre. El proceso de fabricación, debió ser muy laborioso; con martillos de piedra dura se extraía el cobre de las minas de la Sierra de Gádor, mediante zanjas estrechas y superficiales, siguiendo la beta del mineral. La fundición se llevaba a cabo en el poblado con hornos muy sencillos: un hoyo excavado en el suelo, rodeado por un pequeño muro de piedras y alimentado con un fuelle. Finalmente, se modelaba el metal a base de golpearlo, para obtener la forma deseada. Llegó a establecerse un rico comercio con otros pueblos mediterráneos y su cultura perduró durante casi un milenio. Llegaron a fabricarse piezas cortantes ,como puñales, hachas y puntas de flechas… Las piedras de sílex seguían siendo utilizadas en una proporción mayor que los metales, utilizándose para la construcción y la realización de molinos, usándose también el marfil y el hueso.

La cerámica, se realizaba generalmente por las mujeres del poblado, se hacía a mano y presentaba un color rojizo o gris, existiendo una gran variedad de tamaños: los grandes (tinajas, orzas…), que servían para almacenar los alimentos; las medianas (cazuelas, ollas…), se utilizaban para cocinar alimentos; y por último, las pequeñas (cuencos, platos…) que servían para servirlos y comerlos. Se produce una mejora de la calidad técnica, sobre todo en lo que respecta a su capacidad de exposición al fuego. Todos los objetos de cerámica estaban preparados para soportar altas temperaturas sin agrietarse.

En cuanto a la piedra, se utilizaron como material para la construcción cantos arrastrados por los ríos o bloques extraídos de los afloramientos rocosos del mismo llano de Los Millares, fabricándose útiles de percusión y fricción, como molinos, martillos, etc. Sin embargo, en los ajuares funerarios están presentes otros objetos de piedra, como hachas, vasos, ídolos y materiales simbólicos, que fueron elaborados con rocas que no procedían de la zona. La industria lítica tallada sigue siendo fundamental en la vida del poblado. Con huesos se fabricaron punzones, agujas, etc., relacionados sobre todo con la actividad textil, y otros objetos de ornamento, como botones, placas y peines, localizados en las sepulturas.


La organización política en Los Millares


Hubo un fuerte desarrollo social, necesario para una población bastante elevada para la época. Existían los “clanes de jefatura”. En esta sociedad de gerifaltes, la posición del individuo dentro de la jerarquía común dependía de su nacimiento: los parientes más próximos al jefe y sus descendientes más directos por la línea masculina se encontraban en la cima del a escala social. Cada uno desempeñaba el cargo de subjefe al frente de los grupos en que la sociedad suele dividirse. Como es lógico, el jefe, revestido de un gran prestigio, desempeñaba el papel de sumo sacerdote y ocupaba el sitio de honor en las solemnidades de la comunidad, del mismo modo que asumía el mando supremo del ejército en caso de guerra. Por tanto, el poder no se basaba en la propiedad de medios de producción, sino en la ascendencia de lazos de sangre. En definitiva se trata de una sociedad de transición entre la igualdad primitiva y la sociedad de clases propiamente dicha. Este sistema fomentó la creciente división de los trabajos, agrícolas, ganaderos, y sobre todo metalúrgicos, que influyó totalmente en la vida de sus pobladores.



LOS MILLARES EN LA ACTUALIDAD


La Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía y la Universidad de Granada, han desarrollado un programa sobre el Yacimiento Arqueológico de Los Millares.
En 1981 se valló el poblado y la necrópolis; en 1983 se intervino en el área de la puerta principal de acceso al yacimiento, abriendo drenajes para evitar que se acumulara agua de lluvia en las zonas excavadas, y se restituyeron determinadas construcciones destruidas, separando las partes restauradas por losetas de mármol blanco. Las nuevas intervenciones de 1987 y 1989, financiadas por la Junta de Andalucía, supusieron la intervención en algunos tramos de la muralla exterior. A partir de 1994, los trabajos han intentado proteger de forma completa el trazado de las líneas de fortificación en el poblado. En 1997 se intervino de forma urgente en el fortín 5 y se han creado las bases para la futura intervención en la restauración del fortín 1. Además, de forma simultánea, se ha rehabilitado la antigua Venta de Los Millares, situada junto a la carretera, en la entrada al yacimiento, para utilizarse como laboratorio, centro de apoyo a la investigación y centro de recepción de visitantes, así como exposición permanente de material didáctico sobre dicho yacimiento. Por último, en una zona cercana al yacimiento, junto a la carretera de Santa Fé de Mondújar, se ha edificado un pequeño parque temático, en el que se han reconstruido a escala natural un tramo de muralla, con varias torres y bastiones, además de varias viviendas, talleres y varias sepulturas tumulares, similares a las aparecidas en la necrópolis de Los Millares.